Todos tenemos derecho a la autonomía corporal; por tanto, deberíamos poder tomar decisiones autónomas sobre nuestro cuerpo, y quienes nos rodean, y la sociedad en general, deberían respetar esas decisiones.
Sin embargo, a millones de personas se les niega su derecho a decir “no” a las relaciones sexuales, a elegir con quién casarse, o a tener hijos en el momento que consideren adecuado. A muchas se les niega este derecho debido a su raza, su sexo, su orientación sexual, su edad o su capacidad.