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Pocas cosas tienen mayor impacto en la vida de una mujer que el número y espaciamiento de sus hijos. Desde hace décadas, múltiples acuerdos internacionales han afirmado el derecho de las personas de decidir libremente si quieren, o no, formar una familia, al igual que definir el número de hijos que quieren tener, y han propiciado los medios necesarios para lograr estos objetivos, tales como el acceso a servicios y suministros de calidad que les permitan ejercer este derecho.

El mayor acceso a métodos anticonceptivos seguros, asequibles y eficaces ha permitido más opciones y posibilidades de tomar decisiones responsables en temas de reproducción. El uso de métodos anticonceptivos también ha contribuido a mejorar la salud materna e infantil, previniendo embarazos no deseados o muy poco espaciados. La tasa de prevalencia de métodos anticonceptivos de cualquier tipo es de 74% para América Latina y de 61% para el Caribe.  El  uso de anticonceptivos modernos es de 67%. Se estima que la necesidad insatisfecha de planificación familiar promedia en un 10%.

La mortalidad materna se redujo un 40% en América Latina entre 1990 y 2013, y un 36% en el Caribe. Sin embargo, alrededor de 9.300 mujeres murieron por causas maternas en 2013. La razón de mortalidad materna en la región fue de 85 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, lo que se considera "baja" entre las regiones en desarrollo. Al cumplir con la necesidad insatisfecha de planificación familiar voluntaria, sería posible reducir el número de muertes, maternas en casi un tercio. Esto tendría un gran beneficio en la región, dado que, al incrementar las opciones anticonceptivas como parte de los cuidados básicos en salud, se disminuye el número de embarazos no planificados.

Cada parto sea seguro

El riesgo de una mujer de morir en algún momento de su vida por una causa materna en América Latina es de 1 en 570 y en el Caribe, 1 de cada 220. Sabemos cómo salvar a casi todas las mujeres que mueren dando vida. El primer paso es garantizar que puedan planear sus embarazos y espaciar sus partos. También es crucial la atención calificada en el alumbramiento, a través del acceso a cuidados obstétricos de emergencia y del uso de suministros esenciales. En América Latina y el Caribe el 93.7% de los partos son atendidos institucionalmente, y se calcula que el 95% de las embarazadas recibieron asistencia prenatal.

A pesar de que las cifras están disminuyendo, las enfermedades preexistentes están cambiando el perfil de la mortalidad materna en el mundo. Uno  de cada cuatro decesos se debe a condiciones de salud como la diabetes, el VIH, la malaria y la obesidad, cuyos impactos pueden ser agravados por el embarazo, siendo la causa de un 28% de las muertes maternas a nivel mundial, seguido por las hemorragias.

La mortalidad materna en América Latina y el Caribe, es la primera causa de muerte entre  mujeres adolescentes entre 15 y 19 años,  y el riesgo de morir durante el primer año de vida, es también mayor cuando la madre es adolescente. En la región se observa un considerable número de abortos inseguros. Quizás, el mayor desafío para reducir la muerte y discapacidad materna sea encontrar la manera de llegar a todas las mujeres, principalmente a aquellas en situación de pobreza, en las áreas más remotas, o en contextos de desastres naturales o causados por el hombre. Para lograr estos propósitos se requiere reforzar los sistemas de salud.